Claudia Cárdenas, senior advisor sostenibilidad - Kreab Colombia, explica cómo la gestión sostenible centrada en las dimensiones ESG permitió a muchas organizaciones alcanzar mayor madurez y pasar de buenas intenciones a la alineación estratégica.
Por: Claudia Cárdenas Acosta, senior advisor sostenibilidad - Kreab Colombia
Hace cerca de 22 años, empezaba a popularizarse en Colombia el término Responsabilidad Social Empresarial - RSE, en el plano internacional llevaba un tiempo más, sin embargo, no hacía referencia a un concepto totalmente nuevo, era parte de la evolución de diferentes iniciativas que buscaban cambios en el modelo de desarrollo económico imperante y que impulsaban la gestión de diferentes temáticas ambientales, sociales y económicas. La RSE se posicionó como un concepto que empezaba a preguntar a las empresas por su responsabilidad frente a temas diferentes a los financieros. Con el tiempo y a medida que evolucionaba el concepto, la “E” de empresarial desapareció, dando paso a una mirada transversal al referirnos a la Responsabilidad Social no sólo de las empresas sino de las organizaciones en general.
Con la publicación del Estándar Internacional ISO 26000 de Responsabilidad Social en el año 2010, se consolidó un concepto[1] centrado en los elementos que han orientado hasta hoy la gestión de los temas económicos, ambientales y sociales de las organizaciones: la identificación y gestión de impactos en un marco de debida diligencia, el comportamiento ético y transparente, la gestión que contribuye al desarrollo sostenible, el diálogo con los grupos de interés, el cumplimiento de la legislación y la integración de todos estos elementos en la gestión de la organización.
Es así como la Responsabilidad Social o RS se quedó por varios años recorriendo un camino en las organizaciones que les permitió avanzar en la comprensión de elementos claves como la gestión y el reporte de los temas no financieros. Sin embargo, el concepto no terminaba de convencer principalmente a las empresas, pues no lograba desligarse de un abordaje enfocado en la gestión netamente social.
Es desde allí que se abre paso a un concepto de mayor alcance y transversalidad, la “Sostenibilidad” compuesta de tres dimensiones claramente diferenciadas, económica, social y ambiental.
La dimensión económica centrada no sólo en los resultados financieros de las organizaciones, sino en la generación de valor, la dimensión ambiental enfocada en el uso eficiente de los recursos naturales y la dimensión social centrada en el establecimiento de relaciones de confianza y de largo plazo con todos los grupos de interés de la organización.
La denominada gestión de sostenibilidad centrada en estas tres dimensiones permitió a un número importante de organizaciones alcanzar mayor madurez en los procesos de integración de la temática, pasando de la declaración de buenas intenciones a la alineación estratégica. Durante este proceso surgen herramientas claves como el análisis de materialidad, el cual ha permitido a las organizaciones concentrarse en los temas relevantes de sostenibilidad que deben gestionar, sin abrumarse por la gran cantidad de requerimientos del entorno que han surgido en este campo.
Cuando el concepto de sostenibilidad ya resultaba claro y cómodo para las organizaciones, aparece la denominada gestión ASG (Ambiental, Social y de Gobierno Corporativo) o ESG por sus siglas en inglés, lo cual en rigor no implica un cambio en el camino recorrido, simplemente responde a la dinámica actual del entorno en el que se vuelve cada vez más relevante la gestión y el reporte de información no financiera, que no solo esté alineada a los objetivos estratégicos de las organizaciones, sino que además responda a los requerimientos cada vez más exigentes del entorno, bajo un escenario de mayor transparencia en la gestión que facilite a los grupos de interés la toma de decisiones informada.
En este orden de ideas, el origen y el objetivo final de la gestión ESG no ha cambiado, independientemente del concepto que se haya adoptado, en todos los casos hablamos de la contribución que hacen las organizaciones a un nuevo modelo de desarrollo sostenible, sólo que cada vez se hace más exigente, pero a la vez más clara y acotada la tarea a desarrollar.
La tarea para las organizaciones tiene un alcance claro, identificar y gestionar los impactos que sus decisiones y actividades generan en el entorno de su operación, migrando de contar bonitas historias a comunicar la gestión ambiental, social y de gobierno corporativo respaldada por indicadores robustos y metodológicamente rigurosos que puedan ser perfectamente comparables con los tradicionalmente rigurosos indicadores financieros.
Finalmente, cabe decir que las organizaciones no están solas en este camino, el escenario global ha provisto diferentes herramientas para facilitar el recorrido hacia una gestión y reporte eficiente de los asuntos no financieros. Esto bajo un marco de trabajo colaborativo, coordinado y alineado en el que participan líderes y entidades enfocadas en los desarrollos normativos, en la estandarización y en la definición de marcos e índices globales que impulsen la gestión ESG a mayores niveles de madurez.
__________________ Nota al pie [1] Responsabilidad Social definida como: “la Responsabilidad de una organización ante los impactos que sus decisiones y actividades ocasionan en la sociedad y el medio ambiente, mediante un comportamiento ético y transparente que: Contribuya al desarrollo sostenible incluyendo la salud y el bienestar de la sociedad, tome en consideración las expectativas de sus partes interesadas, cumpla con la legislación aplicable y sea coherente con la normativa internacional de comportamiento y esté integrada en toda la organización y se lleve a la práctica en sus relaciones”. ISO 26000. 2010
Agosto 30 de 2023