Creciendo y recuperándose: así están los manglares de la bahía de Cispatá

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Cerca de cumplirse un año del inicio de los trabajos ambientales auspiciados por Ocensa y ODL, visitamos la bahía para conocer los avances que el ecosistema presenta.


Uno de los proyectos de compensación ambiental de Ocensa está destinado a la rehabilitación de 39,2 hectáreas de manglares en la bahía de Cispatá, en San Antero, Córdoba. Desde junio de 2021, cuando inició el proyecto, las expectativas eran altas dada la importancia de este ecosistema para la captura de carbono y el impacto en la comunidad del área de influencia del proyecto.

“Nosotros no solo queríamos hacer una compensación ambiental convencional, por cumplir, queríamos un proyecto que trascendiera en el tiempo y tuviera valor para la comunidad. Fue cuando decidimos acercarnos a la CVS Córdoba y explorar opciones. Así apareció el proyecto Vida Manglar”: explica Liliana Medina, jefe de gestión ambiental de Ocensa.

El proyecto Vida Manglar, administrado por la Fundación Omacha, tiene como objetivo “reducir emisiones de gases efecto invernadero por medio de actividades de conservación de manglares, el fortalecimiento de la gobernanza local y la promoción de actividades alternativas, mientras se contribuye a la protección de altos valores de conservación comunitarios y de biodiversidad”.

¿Qué estaba pasando?

En la bahía de Cispatá hay cerca de 9.000 hectáreas de manglar y en algunos lugares se forman salitrales. “Los salitrales son sitios que por la interrupción del flujo de agua empiezan a morir y la salinidad empieza a subir hasta 60 partes por millón. El trabajo consiste en abrir los caños sacando parte del sedimento del fondo y poniéndolo a los lados para que empiece a fluir el agua y se dé el intercambio de agua dulce y salada, lo que genera la entrada de semillas de manglar y empiece a darse una regeneración natural”: afirma Dalila Caicedo, directora ejecutiva de la Fundación Omacha, mientras hacemos un recorrido en canoa por algunos de los caños intervenidos.

Antes y después de la intervención

El silencio del lugar es interrumpido por el remo que impulsa la canoa. Se escuchan las garzas posándose en las ramas de mangle y el canto de otras aves. De los montículos de sedimento brotan pequeñas plántulas que hasta hace unos meses eran inexistentes. Ahora se ven cangrejos caminado entre las ramas y alevinos de peces refugiados en las raíces del manglar. De a poco retorna la fauna y el equilibrio del ecosistema.

Pero no solo lo ambiental encuentra un respiro, también lo social se beneficia. El proyecto Vida Manglar, en la zona adjudicada a Ocensa, cuenta con la participación de ocho asociaciones de mangleros de San Antero, las cuales tienen a cargo el trabajo en los caños, dentro de los cuales han sido intervenidos 11 que suman 11.419 m2 de área. Según un informe de Omacha, 1.570 personas han sido impactadas positivamente con el proyecto.

El monitoreo de Vida Manglar está a cargo de Invemar, entidad que certifica los cambios en el ecosistema por medio de investigaciones y el registro de imágenes satelitales. Asimismo, la extracción del mangle es controlada por la CVS siendo esta zona la única en el país donde se puede extraer.

Los cambios en el área definida para Ocensa son visibles. Con solo un año de avance del proyecto son prometedores los resultados que se podrían alcanzar cuando el proyecto termine dentro de un año. Como afirma Liliana Medina: “Este proyecto es un ejemplo de cómo se pueden hacer inversiones sostenibles que generan un impacto en el territorio”.


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